En este articulo vamos a intentar argumentar por qué la afirmación "tenemos lo que nos merecemos" es falsa. Para ello voy a utilizar algunas ideas que se exponen de forma más detallada en otros textos. Por mayor brevedad aquí solo se citarán ejemplos concretos y de manera asertiva pero se espera que los interesados en contradecirlos lean antes los artículos fuente.
1- "- Si todos aportamos un poco..." "- Si todos vais a aportar un poco entonces no hace fata que yo aporte nada"
ver El problema de la acción colectiva de Roger Senserrich
Por un lado tenemos un bien común que al ser indivisible beneficiará a todos los individuos con independencia de que hayan colaborado o no en su consecución, y por otro lado tenemos una acción colectiva que por definición permite a cada individuo que lo desee presuponer que por "uno menos" no va a pasar nada.
Es decir, si tenemos una acción colectiva de N personas cada individuo para optimizar su beneficio/inversión querrá ser la N+1 persona, aquélla que no cambia el resultado si no hace nada, en otras palabras, aquélla que en caso de fracaso no pierde absolutamente nada y no tiene culpa de nada y que en caso de éxito obtiene el mismo beneficio que el resto más el de haberse ahorrado el coste asociado a la acción colectiva.
En estas circunstancias el estado (y su poder sancionador) surge por demanda de una multitud de individuos que encuentra en la obediencia/coacción la manera más barata de obtener bienes comunes sin tener que asumir los costes de coordinarse voluntariamente o de inhibir su deseo de ser el individuo N+1.
2- El bipartidismo no genera corrupción, solo la visibiliza
ver ¿Menos bipartidismo es menos corrupción? de Pablo Simón
Para que un partido destape o explote medianamente la corrupción de su oponente se han de dar dos condiciones:
- (medios) Contar con los recursos necesarios para hacerlo
- (incentivos) Acaparar todo el beneficio derivado de ello
En el bipartidismo estos dos ejes se maximizan ya que los dos grandes partidos cuentan con grandes recursos (por su tamaño, su financiación, su eco mediático, por estar eventualmente en el gobierno, etc.) y porque la caída de uno conlleva automáticamente la victoria del otro.
En un sistema multipartidista los recursos están más repartidos y hay que pensarse muy mucho como gastarlos. En este sistema la caída de un partido no tiene porque conllevar la victoria automática de otro, de hecho, si tenemos tres partidos (A, B y C) y A empieza una campaña contra B y éste contesta con el "y tu más" puede que finalmente será C quien recoja los frutos y, lo que es más importante, sin hacer nada, por lo tanto A no esta tan motivado a airear la corrupción de B como en un sistema bipartidista.
3- No es corrupción si caen migajas
ver ¿Por qué no castigamos la corrupción? de Gonzalo Rivero, Pablo Barberá y Pablo Fernández-Vázquez
La corrupción no será castigada siempre y cuando tenga algún beneficio para el comercio local de la zona. No importa en absoluto si éste es a corto plazo y previsiblemente se esfume cuando se pinche la burbuja de turno.
La transparencia no contrarresta este comportamiento ya que al electorado no le importa la corrupción (no le importa si esto o aquello es legal), lo que quiere es no quedarse fuera del reparto de la tarta.
La corrupción urbanística es tan exitosa porque siempre genera un gran número de beneficiarios indirectos entre el electorado mientras que cosas como la financiación ilegal o la apropiación indebida pueden llegar a ser castigadas severamente si el electorado tiene información suficiente como para saber que el único beneficiado ha sido el infractor, en caso contrario estos delitos también pueden ser perdonados.
4- La decisión más eficiente es la que se toma con menos información
ver Teoría económica de la acción política en una democracia de Anthony Downs
La información es un articulo de coste elevado. A todos los agentes les es mucho más barato ser informados que informarse, y sobre todo les es más provechoso.
Si un partido político desea saber qué quiere el ciudadano tendrá que invertir grandes recursos para averiguarlo (tendrá que informarse) y además el retorno de esa inversión es muy poco previsible y difícil de cuantificar al tratarse de un campo tan heterogéneo.
La relación de un partido político con un grupo de presión es totalmente opuesta. El grupo de presión informa al partido activamente liberándole de esta tarea, puede ofrecer una suma cuantificable y previsible de votos, además es un conjunto homogéneo fácilmente tratable como una unidad.
Otra diferencia es que el grupo de presión sabe muy bien lo que quiere y cuáles son las medidas necesarias para ello, ha reflexionado a fondo sobre el asunto, ha hecho estudios, se ha informado, conoce las consecuencias, ha sopesado los contras y esta dispuesto a aceptarlos, etc., mientras que el ciudadano no ha hecho nada de esto, sólo tiene ideas vagas sobre conceptos abstractos como justicia, bienestar, prosperidad, honradez, sentido común, etc.
Ejemplo: El partido X puede tratar al grupo de comunicación Y con el mismo esfuerzo o menos que trataría al ciudadano Z, pero Y puede ofrecer un millón de votos y Z sólo 1, además la lista de reivindicaciones de Y es mucho más concreta, coherente y fácil de satisfacer.
Desde la perspectiva del votante tenemos más de lo mismo. Si el ciudadano quiere informarse deberá invertir tiempo y esfuerzo e investigar las distintas opciones, sus interrelaciones, sus intereses, sus propuestas, la viabilidad de dichas propuestas, etc. También se vería obligado a posicionarse claramente sobre temas que entran en conflicto tanto entre sí como con su forma de vivir y el buen concepto que tiene sobre sí mismo. En cuanto al retorno de esa inversión se vive una situación análoga a la descrita en el punto 1.
Sin embargo, si opta por ser informado le llegaran menos opciones, más sintéticas y en forma de conclusiones separadas a aceptar o rechazar. Esto le facilitara enormemente la toma de decisiones que incluso podrá hacer de forma emocional y/o atendiendo a ideales y conceptos abstractos, lo que le evitará cualquier esfuerzo intelectual que pudiera conllevar afrontar los conflictos internos mencionados en el párrafo anterior.
También conseguiría que su inversión sea la mínima necesaria para emitir un voto (o no-voto) y eludir cualquier responsabilidad sobre un resultado adverso sin que por ello se deje de beneficiar de cualquier hecho positivo que pudiera surgir.
5- Es imposible que una minoría controle a la mayoría contra su voluntad
ver Discurso sobre la servidumbre voluntaria de La Boétie
Simplemente el control por parte de una minoría requiere necesariamente de la colaboración voluntaria de la mayoría. No nos dejemos engañar cuando esa colaboración se articula en forma de pasividad y obediencia, sigue siendo colaboración voluntaria.
6- No se apela a los valores humanos para evitar la corrupción, si no para poder delegar
ver Tratado político de Baruch Spinoza
Ningún asunto sobre el bienestar común puede estar confiado a la destreza o a la buena fe de alguien (gobernadores, gobernados, jueces, legisladores, votantes, etc, etc, absolutamente nadie).
Llegar a la eficacia delegando en los "más capaces" para organizar los asuntos públicos, evitar la corrupción seleccionando a los "más honestos" para gobernar o instaurar el orden facultando como organismo vigilante/sancionador a los "más íntegros" es del todo ingenuo.
Si A corrompe a B el problema de fondo no es la honestidad de B, si no que A tiene:
- incentivos, B puede cambiar una ley a su favor
- medios, recursos suficientes para comprar a B
En otras palabras, B es un colectivo lo suficiente pequeño y/o homogéneo como para que A tenga los medios (o la afinidad) que requiere ganarse el favor de al menos un sector de B suficiente significativo como para influir en las decisiones finales de B sobre un tema en el que tiene autoridad y del que A puede obtener beneficios que compensen lo que le esta costando presionar a B.
La solución es diseñar un B que por su estructura, composición y potestades no pueda hacer nada si no es a través del bien común, quieran o no quieran los individuos que lo integran, sean idiotas o listos, honestos o no, ni que conste de ninguna parte suficientemente pequeña y decisoria como para que haya un A con la motivación y los recursos necesarios para influirla artificialmente.
Cualquier forma de delegar los asuntos públicos en menos personas de lo que exigiría lo anteriormente descrito responde a satisfacer el deseo de algo imposible, que otros se hagan cargo de tus asuntos como si lo hicieras tu mismo. Este deseo de liberarse de las tareas sin renunciar a los beneficios de verlas ejecutadas a nuestro favor es lo que hace necesario los conceptos abstractos o "ideas fuerza" (justicia, honradez, integridad, etc) que puedan dar credibilidad a semejante utopía.
7- Los individuos están programados para pensar que son mejor que los demás
ver Ilusión de superioridad de Juan Ignacio Pérez Iglesias
La mayoría de la gente tiene mejor opinión de sí mismo que de los demás, sin ningún tipo de fundamento ni nada por el estilo, simplemente su cerebro les hace creer tal cosa para que no se depriman.
8- Un tren de vida que solo se puede pagar a precios bajos
Cada habitante del mundo desarrollado necesita una media de 30 esclavos del 3º mundo para mantener su tren de vida (móvil molón, ropa guay, vacaciones exóticas, viajes cómodos y rápidos, ocio supercool, etc. etc.)
9- Opino lo normal y lo opino especialmente bien
ver El efecto 3º persona en campaña electoral de Mercedes López-Sáez, José Luis Martínez-Rubio y Ana V. Arias
La gente tiende a explicar su comportamiento y el de los demás de forma que el balance resulte halagador para uno mismo y la persona quede en buen lugar. Cada uno expresa una opinión en función de lo que piensa que es más probable que los demás opinen y donde evalúa la opinión de los otros en función de suya propia.
Para moverse en esta nebulosa de tener lo bueno de ser normal sin lo malo de ser vulgar, disfrutar de lo bueno de ser especial sin lo malo de ser raro, poder opinar lo mismo sin ser un borrego, opinar distinto sin estar equivocado, etc, etc, el individuo dispone de varias herramientas que usara según le venga mejor:
- Efecto tercera persona: La gente en general es más influenciable que yo
- Sesgo falso consenso: Mis ideas son de sentido común, mis creencias están entre las mayoritarias, mi comportamiento no es peor que la norma...
- Sesgo falsa singularidad: Mis virtudes son escasas en el conjunto de la sociedad, mis ideas diferentes lo son por ser mejores, mi comportamiento es mejor que la norma...
- Conformidad superior del propio comportamiento: No soy ni mejor ni peor que los demás, si eso el primero entre iguales
- etc, etc
Las respuestas de los sujetos se ajustan a una situación de comparación social de la cual hay que salir siempre victoriosos.
Ejemplo: Como los demás votantes son unos borregos (efecto tercera persona) yo tengo que reajustar mi voto, lo que entre otras cosas significa que no votare tan informada e independientemente como me gustaría porque no serviría de nada, pero que quede claro, yo poseo esa virtudes que no tienen esos borregos (falsa singularidad) aunque luego no las ejerza, o al menos tanto como quisiera, debido a que eso seria tirar mi voto y lo normal y de sentido común es votar como lo hago (falso consenso).
Mis reflexiones:
- El individuo no le importa la corrupción (punto 3) y como se cree mejor (punto 7) pero pasa totalmente de informarse y/o enfrentarse a su doble rasero (punto 4) la manera de ejercer su superioridad moral quejándose de la corrupción es ser informado pasivamente (punto 2) y ser capaz de diluir su responsabilidad entre todos los demás (punto 9).
- La mayoría, tomada uno a uno, se niegan a colaborar los unos con los otros a la vez que no quieren renunciar a los beneficios de esa colaboración (punto 1), así que se someten voluntariamente para obedecer (punto 5) ya que la obediencia es la única manera de coordinación colectiva compatible con la idea de que se podrá gorronear suficiente pero sin ser gorroneado demasiado y que deja espacio a cada individuo para seguir creyéndose mejor que el resto (punto 7).
- El individuo quiere bienes colectivos (punto 1), bienes individuales (punto 8) y tener un buen concepto de si mismo (punto 7) así que no le queda más remedio que percibirlo a través de medios indirectos (punto 3) que le permitan inhibir lo máximo posible su responsabilidad, excusar su no oposición y legitimar su colaboración (punto 9).
- El individuo esta dispuesto a creer en lo que haga falta para delegar (punto 6) ya que así evita informarse (punto 4) y responsabilizarse (punto 8), dos condiciones necesarias para manejar con soltura los mecanismos (punto 9) que mantendrán el buen concepto que tiene de si mismo (punto 7).
- La corrupción es perfectamente eliminable (punto 6) pero un B amplio y heterogéneo como se describe arriba nos hace preguntarnos:
- si B es el estado (o su sustituto) y es un bien común ¿quien nos obliga a colaborar para llevar a cabo B? (punto 1)
- si la base de B le quita toda la importancia a la calidad personal de los individuos ¿qué gracia va a tener creerse mejor que el resto? (punto 7)
- es más, si B es amplio y heterogéneo ¿no me perjudicara socialmente creerme (o incluso ser) superior? (punto 7)
- si B es amplio y heterogéneo ¿quien me va a informar de manera sencilla? ¿como voy a tomar decisiones sin esfuerzo? (punto 2 y 4)
- si B funciona ¿como me voy a enriquecer? (punto 3)
- ¿qué pasa con la servidumbre voluntaria? ¿la tendré que abandonar? (punto 5)
- ¿sin corrupción no aumentara el precio de lo que consumo? (punto 8)
- ¿Y si B es tan amplio que tengo que formar parte activa de él? ¡Me quedare sin excusas para mi comportamiento! (punto 9)
- etc. etc.
- No se acepta ninguna carga (informarse, decidir, colaborar, etc) ni se renuncia a ningún beneficio (bienes comunes, migajas de las corruptelas, gadgets, etc.).
Conclusión:
Tenemos lo que queremos, lo cual no tiene nada que ver con lo que nos merecemos.
Es vital entender que la realidad se encuentra entre la espada y la pared, donde la espada es lo que quiere la gente y la pared lo que está dispuesta a hacer, sin desplazar al menos uno de estos dos ejes la realidad no tiene más espacio que el que ya ocupa.
No es que "lo que hay" sea la única posibilidad, ni tampoco es que sea la mejor, es que "lo que hay" es la respuesta directa a los exigencias irrenunciables de las personas.
Obviamente tener lo que se quiere no significa "tener todo lo que se quiere" pero sí que es el deseo y las prioridades de la gente la que conforman e imponen la realidad dada, no las malvadas corporaciones, ni los políticos ineptos ni los poderes fácticos ni la ley electoral.
Lo que impide conservar o conquistar algo es preferir aquello a lo que habría que renunciar para conseguirlo, que como hemos visto en los 9 puntos anteriores no carece de atractivos.
Al fin y al cabo ¿Qué mejora cualitativa en cuanto a la democracia puede acometerse sin que se vea seriamente comprometido el modo de vida y el buen concepto que tiene la gente sobre sí misma?